domingo, 7 de agosto de 2011

“Cuidados paliativos no es acortar deliberadamente la vida del enfermo, ni tampoco alargar innecesariamente su agonía”


Tomado de blog La Comisiòn Gestora

Aunque estemos de vacaciones (España)y estemos medio conectados, seguimos leyendo lo que se va publicando por la blogosfera.  Y por eso y porque estamos sensibilizados en el tema, ya hablamos aquí de este tema, queremos participar del interesante debate que se ha generado en torno a las entradas de Sobrevivirrhhe, Homosanitarius y CarpeDiem sobre la atención en el final de la vida.

Sobre todo después de la noticia de la denuncia interpuesta por un familiar a un centro geriátrico por no retirar una sonda nasogástrica a una señora en situación terminal ya que entiende que eso no son cuidados paliativos.
Siendo éste, si alimentar mediante una sonda es paliar o tratar, un debate interesante, nosotros, por aquello de que somos asistenciales hospitalarios, queremos dar un pasito más.

Y, como siempre, queremos hacer una pregunta: ¿Desde cuándo tiene esa señora la sonda? ¿Cuál era su calidad y esperanza de vida en el momento en que alguien indicó la nutrición enteral?

Nos hacemos esta pregunta porque es, al menos en nuestra experiencia, bastante frecuente que sea el personal de enfermería el más sensible a ver el verdadero grosor de esa delgada línea roja que separa los cuidados paliativos del empecinamiento terapéutico y/o diagnóstico. Y más de una vez hay que hacer (los viejos enfermeros que son los que atesoran arrestos y galones) de pepito grillo de turno y preguntarle sutilmente al especialista correspondiente si “esa última bolsa de sangre es necesaria”, “si no se puede prescindir de ese último TAC que solo nos dirá lo que ya todos sabemos” o "si esa perfusión de DOPA va a conseguir algo más que alargar la agonía".


Y estas situaciones se dan pese a que Andalucía fue pionera y reguló estos momentos vitales con la Ley de Muerte Digna y estableció la limitación del esfuerzo terapéutico y diagnóstico para evitarlas. 

Y que nadie piense que hacemos esto como una forma de ahorrarle gastos al sistema (no creo que haya estudio que haya calculado cuantos miles de euros se van por esta vía), sino que, por aquello de que la enfermería tiene una visión holística del cuidado, lo hacemos como una forma de ahorrar un coste mucho más sutil y difícil de cuantificar (y muchas veces invisible para el especialista) y que es el sufrimiento, tanto del que está en la cama como del que ve que son los últimos días de un familiar que no quiere perder.

Una gran responsable de estas situaciones es la medicina defensiva. No la que consiste en cubrirse las espaldas ante posibles demandas, sino la de defenderse de las propias miserias. La de defenderse de la contradicción entre la  verdad asistencial de que la medicina es falible y la idea inculcada a hierro y fuego durante los años de universidad de que no curar es siempre un fracaso.

Cuando, a veces, el verdadero fracaso es seguir intentándolo. Porque es con esa frase "seguir intentándolo" con la que se autoengaña demasiada gente, incapaces por diferentes razones de aceptar la muerte. 


Y esa es la clave. Aceptar y acompañar en el momento de la muerte. El corto "Alumbramiento" es la mejor de las explicaciones.

Me quedo con la frase que cierra el artículo Cuidado o Tratamiento también en El Pais de hoy: 
“cuidados paliativos no es acortar deliberadamente la vida del enfermo, ni tampoco alargar innecesariamente su agonía”

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